originario de China, es el único insecto completamente
domesticado que existe. Según
la tradición china, la seda se descubrió en el
año
Huang Ti.
De acuerdo con la leyenda, Huang Ti pidió a su esposa Xi Lingshi que averiguara qué estaba acabando con sus plantas de morera. La mujer descubrió que eran unos gusanos
blancos que producían capullos brillantes. Al dejar caer accidentalmente un capullo en agua
tibia, Xi Lingshi advirtió que podía descomponerlo en un Fino filamento y enrollar éste en un
carrete. Había descubierto la seda, secreto que mantuvieron bien
guardado los chinos durante los siguientes 2000 años. La ley imperial
decretó que todo aquel que lo revelara sería torturado hasta
morir.
La cría del gusano de seda para la obtención de las seda
recibe el nombre de sericicultura. Las hojas de morera son el alimento para su corta vida y
les aporta el almidón que transforman en una hebra, que puede alcanzar los
de longitud en cada capullo. Sin embargo,
miligramos de seda; por lo que cada metro, convertido en miligramo, resulta ser sumamente
caro en valor monetario y en esfuerzo.
Los gusanos de seda se crían en la primavera, cuando los huevecillos de la temporada
anterior, que han sido guardados en un lugar fresco, se incuban tan pronto como brotan las
hojas de las moreras. Durante unas semanas de intensa actividad. Los gusanos comen hojas
continuamente llegando a aumentar su peso 10.000 veces.
Los primeros emperadores ordenaron la propagación de esta actividad y, a menudo,
dictaban decretos y órdenes para proteger y recordar a la corte sus obligaciones y atenciones
con la sericicultura. Durante muchos años, los chinos lograron conservar el secreto de la
producción de la seda por medio de medidas sumamente drásticas, aplicaban hasta la pena
de muerte a quien se atreviera a sacar de su territorio huevecillos, gusanos o mariposas de la
especie.
Cuando el emperador romano Justiniano (483‐
565 d.C.) tuvo la idea de enviar a monjes para predicar
el cristianismo por oriente, en el año 550 d.C. conocieron
los procedimientos para la crianza del gusano y la
producción de la seda. Los monjes introdujeron semillas
de morera y huevecillos del gusano de seda en el
hueco de sus bastones de bambú, logrando así burlar
la vigilancia sobre esta especie y sacarla hacia su territorio. De Grecia la sericicultura se extendió
a los países de Asia y África del Norte; más tarde llegó a Europa, donde Italia, Francia y España, obtuvieron excelentes resultados, y a quienes se les reconoce, hasta la fecha la finura de sus sedas.
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